Aún rememoro con mis camaradas aquella tarde de invierno en ese Nueva York de 1977. Un cine barato bastó para capear a la nieve y a una banda de negros que nos acosaba. La salvación se hizo poesía: un cine vacío y brumoso que proyectaba "Kiss me quick!" un filme del que dejo sólo estas imágenes, lo demás sería profanar con el lenguaje una retroproyeción de mis impulsos más humildes, pero a su vez, los más humanos...
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