FIGURAS EVOCADAS POR LAS LETRAS DE SILVIO RODRIGUEZ: EL SINSONTE
"Si no creyera en la locura de la garganta del sinsonte". La locura de la garganta del sinsonte... Los sinsontes son unos pájaros que cantan magnífico, y que tienen la capacidad de imitar el canto de otros pájaros. Los sinsontes imitan tan bien que se les olvida su propio repertorio, dice los caribeños. Pero qué, si los sinsontes también pueden imitar y apropiarse del canto de otros sin olvidar su propio canto, cantando como medio para alcanzar otro fin, cantando y obrando sin importar los medios sólo el fin, que es el modo correcto de proceder de los hombres inteligentes, como yo. Los científicos, a estas criaturas que la naturaleza da a los sabios, los llaman "mimos". Y qué, además, estos pájaros son tan nobles... Los sinsontes... Los mimos, imitadores, farsantes del género cómico más bajo.
Recuerdo, cuando niño, haber participado en esos fabulosos espectáculos de fiestas patrias a los que mis padres me conducían, como contribución al Evento, lo eventual, lo que es evanes- cente, lo que se desvanece pero permanece. Yo representaba a un sonsote y gritaba vestido de hombre elegante con mi dama antigua con peineta: "El pueblo quiere saber de qué se trata, el pueblo quiere saber de qué se trata, el pueblo quiere saber de qué se trata...", mientras pasaba la negra vendiendo empanadas, o el vendedor de velas, y todos los vendedores ambulantes, clásicos del criollismo que aún perdura en nuestros tiempos, la contribución hacia una nación en gestación, pero en tiempo de contracciones y próxima al parto, la empresa artesanal que es la contribución, también hacia la tecnología, la industria, el período del capital. Y así como cada vendedor ambulante elabora su canto comercial para atraer al comprador con humor, ingenio y talento, así es como se debe recrear un discurso con sonido a sinsonte, un sonido que dice verdades que tal vez fueron de otros, pero que con el tiempo se fueron haciendo carne en mí, yo, el sinsonte del futuro, un futuro mejor que calma la voz que clama prometiendo.
Sería perfecto si hombres como yo llegaran a ser presidentes de países del primer mundo. Pero sucede que este planeta todavía no esta preparado para lo perfecto.
Recuerdo, cuando niño, haber participado en esos fabulosos espectáculos de fiestas patrias a los que mis padres me conducían, como contribución al Evento, lo eventual, lo que es evanes- cente, lo que se desvanece pero permanece. Yo representaba a un sonsote y gritaba vestido de hombre elegante con mi dama antigua con peineta: "El pueblo quiere saber de qué se trata, el pueblo quiere saber de qué se trata, el pueblo quiere saber de qué se trata...", mientras pasaba la negra vendiendo empanadas, o el vendedor de velas, y todos los vendedores ambulantes, clásicos del criollismo que aún perdura en nuestros tiempos, la contribución hacia una nación en gestación, pero en tiempo de contracciones y próxima al parto, la empresa artesanal que es la contribución, también hacia la tecnología, la industria, el período del capital. Y así como cada vendedor ambulante elabora su canto comercial para atraer al comprador con humor, ingenio y talento, así es como se debe recrear un discurso con sonido a sinsonte, un sonido que dice verdades que tal vez fueron de otros, pero que con el tiempo se fueron haciendo carne en mí, yo, el sinsonte del futuro, un futuro mejor que calma la voz que clama prometiendo.
Sería perfecto si hombres como yo llegaran a ser presidentes de países del primer mundo. Pero sucede que este planeta todavía no esta preparado para lo perfecto.
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